Un año más, 33 años ya, conmemoramos el asesinato, el atentado terrorista, contra el Despacho Laboralista de la Calle Atocha, 55, que produjo la muerte de cinco compañeros y compañeras el 24 de Enero de 1977.
Año tras año, la Fundación Abogados de Atocha, conmemora aquel día de miedo, tragedia y dolor. Miedo, dolor, tragedia, que no impidieron que miles de personas acompañasen los féretros de los compañeros asesinados. Año tras año el Patronato de la Fundación concede unos premios anuales que reconocen a personas o instituciones que defienden los derechos laborales y sociales, la libertad, superando el miedo, el dolor, la represión y la tragedia.
En esta ocasión los premios de la Fundación han recaído en Marcos Ana y en Domingo Malagón, dos luchadores por la libertad, cada uno desde lo que mejor saben hacer, la palabra, la pintura y el dibujo. El arte, puesto al servicio de la libertad, como instrumento de cambio. Como expresión de la voluntad de convivencia democrática. Domingo y Marcos han recibido homenajes y reconocimientos nacionales e internacionales pero, sin duda, este premio es un premio joven y cargado de memoria histórica. Un premio que inscribe a sus ganadores en el libro de la Libertad y los Derechos. Un premio incómodo, como incómoda es la memoria de los Abogados de Atocha, tal como nos recuerda Alejandro Ruiz-Huerta. Un premio al compromiso de toda una vida de lucha y al compromiso como parte esencial del futuro.
En esta ocasión el Patronato de la Fundación Abogados de Atocha ha decidido conceder además un reconocimiento a los abogados que defendieron la justicia y el esclarecimiento de la verdad en el juicio por el asesinato de los Abogados de Atocha y a quienes desde Justicia Democrática, defendieron una España democrática, un Estado democrático y de Derecho.
Un año más la Fundación Abogados de Atocha entrega sus premios anuales, como un ejercicio de orgullo y memoria, como una reivindicación del futuro libre, democrático y asentado en derechos laborales y sociales.
33 años después del Atentado de Atocha, la lucha de aquellos jóvenes asesinados en el despacho laboralista sigue tan viva como siempre, porque esa lucha es inseparable de la condición humana a lo largo de la Historia. Lucharon por todos, con las únicas armas de la palabra y del derecho. Y todos les debemos nuestra memoria, nuestro afecto y nuestro compromiso.
Año tras año, la Fundación Abogados de Atocha, conmemora aquel día de miedo, tragedia y dolor. Miedo, dolor, tragedia, que no impidieron que miles de personas acompañasen los féretros de los compañeros asesinados. Año tras año el Patronato de la Fundación concede unos premios anuales que reconocen a personas o instituciones que defienden los derechos laborales y sociales, la libertad, superando el miedo, el dolor, la represión y la tragedia.
En esta ocasión los premios de la Fundación han recaído en Marcos Ana y en Domingo Malagón, dos luchadores por la libertad, cada uno desde lo que mejor saben hacer, la palabra, la pintura y el dibujo. El arte, puesto al servicio de la libertad, como instrumento de cambio. Como expresión de la voluntad de convivencia democrática. Domingo y Marcos han recibido homenajes y reconocimientos nacionales e internacionales pero, sin duda, este premio es un premio joven y cargado de memoria histórica. Un premio que inscribe a sus ganadores en el libro de la Libertad y los Derechos. Un premio incómodo, como incómoda es la memoria de los Abogados de Atocha, tal como nos recuerda Alejandro Ruiz-Huerta. Un premio al compromiso de toda una vida de lucha y al compromiso como parte esencial del futuro.
En esta ocasión el Patronato de la Fundación Abogados de Atocha ha decidido conceder además un reconocimiento a los abogados que defendieron la justicia y el esclarecimiento de la verdad en el juicio por el asesinato de los Abogados de Atocha y a quienes desde Justicia Democrática, defendieron una España democrática, un Estado democrático y de Derecho.
Un año más la Fundación Abogados de Atocha entrega sus premios anuales, como un ejercicio de orgullo y memoria, como una reivindicación del futuro libre, democrático y asentado en derechos laborales y sociales.
33 años después del Atentado de Atocha, la lucha de aquellos jóvenes asesinados en el despacho laboralista sigue tan viva como siempre, porque esa lucha es inseparable de la condición humana a lo largo de la Historia. Lucharon por todos, con las únicas armas de la palabra y del derecho. Y todos les debemos nuestra memoria, nuestro afecto y nuestro compromiso.
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